Los primeros años en la vida de una persona son decisivos en su desarrollo personal, en la formación de su personalidad. Los niños atraviesan diversas crisis, especialmente hasta los 6 años, y la familia juega un papel fundamental para que puedan superarlas con éxito y convertirse en adultos con una vida emocional plena y equilibrada.
Si el niño está creciendo en una familia disfuncional, corre el riesgo de que esto condicione su vida y su personalidad, no solo en la infancia sino también en su etapa adulta. Este tipo de familia es aquella en la que continuamente se producen conflictos, malas conductas e, incluso, abusos de diversa índole. Esto puede hacer que los pequeños de la familia se adapten a esas conductas, creciendo con ello y viéndolo como algo normal, cuando realmente no lo es.
¿Realmente afecta al desarrollo?
El entorno familiar puede hacer que el desarrollo psicológico y emocional del niño sea mejor o peor, facilitarlo o dificultarlo. Es evidente que la familia influye en el crecimiento del niño, favoreciéndolo cuando el entorno es agradable y poniéndolo más difícil cuando no lo es, como en el caso de las familias disfuncionales.
Como consecuencia, estos niños que han crecido en ambientes poco saludables suelen convertirse en jóvenes inseguros, tímidos y con una baja autoestima. Estas características pueden desembocar, a su vez, en problemas como la drogadicción, las huidas, las relaciones sexuales tempranas o las malas relaciones con los demás. Tanto buscar un refugio en las adicciones como presentar carácteres poco sociables puede condicionar la calidad de vida de estos niños en su etapa adulta
¿Cuál es la clave para un buen desarrollo?
Para que el desarrollo emocional del niño sea el adecuado, es imprescindible que se sienta querido, comprendido y aceptado por todos los miembros de su unidad familiar, especialmente por sus progenitores. Un niño que recibe atenciones solo por parte de la madre, por ejemplo, y ve que su padre no se comporta igual, puede desarrollar una carencia que le marcará de por vida.
Es también importante saber que no solo los padres influyen en el desarrollo de un niño, también sucede en sentido contrario. Tener un hijo te cambia la vida y te obliga a reorganizarla para que puedas atenderlo y cuidarlo, dejando menos tiempo para otras cuestiones, especialmente de ocio. Saber aceptar estos cambios es clave para que la unidad familiar trabaje de forma efectiva en todos los sentidos.
Como último detalle, por mucho que la familia influya en el niño, cada persona escribe su propia historia, y según vamos creciendo podemos ir cambiando las cosas que desde pequeños nos empezaron a marcar.
Comentarios
Publicar un comentario